Aunque ya pasó el mes que celebra a la mujer, quisiera zambullirme y nadar un rato en las aguas de la corriente del feminismo. Mi inspiración para este nuevo post viene de las técnicas textiles que desde hace un par de años conozco: el tapiz y el bordado. Pero es la del tapiz la que, por pura intuición, me generó la idea de escribir sobre el origen textil de la escritura.
Sí, las mujeres creamos la industria; no sólo somos una representación alegórica de esta definición. Además, mientras trabajábamos fabricando tejidos, cerámicas o construyendo las paredes de nuestros hogares contábamos historias. Y las historias que narrábamos ocurrían entre fibras y barro.

La palabra «texto« proviene de la palabra latina «textum», que significa literalmente «tejido«
Para pensar en ésto me remonto muy muy atrás, cuando el mundo estaba organizado en un sistema matriarcal. En realidad, la historia humana ha vivido más tiempo en matriarcado que en patriarcado; simplemente no quedan tantas pruebas de ello porque aún no existía la escritura, aunque sí la industria, sobretodo la textil.
Es a través de esta práctica ancestral que muchas culturas transmitieron su sabiduría y creencias durante milenios, así como en torno a ella es que se relaciona la creación “textual” de la escritura, cuando de narrar se trata. Y es que la palabra “texto” proviene de la palabra latina “textum”, que significa literalmente “tejido”.
Toda narración surge de un texto compuesto por una serie de palabras que forman unos enunciados; los cuales, juntos y ordenados de cierta forma, crean un sentido oral o escrito. Y es que un texto, sea del género que sea, cuenta algo.

Así que me gusta pensar que antes de la escritura muchas ideas e historias de todas las culturas del mundo se transmitían a través del tejido. Si aprendiéramos a “leerlos”, como hemos aprendido a “leer” la escritura cuneiforme o los jeroglíficos, tal vez descubriríamos a muchas autoras.
Tejer era, y sigue siendo, una tarea generalmente femenina. Nada sumisa, sino ardua y muy laboriosa. En el libro Las madres, su autor Rober Briffault dice que todas las industrias fueron al principio industrias caseras, y se desarrollaron, por lo tanto, en manos de las mujeres. Lo quiero volver a destacar: “todas las industrias se desarrollaron en manos de las mujeres”.

La mano de obra femenina fue la que inició la industrialización de las sociedades primitivas con la producción textil, la fabricación de objetos de cerámica de uso cotidiano o sagrado, hasta con la construcción de las propias viviendas de la comunidad mientras los hombres se iban de caza.
Si ellos pasaban largas temporadas fuera, las mujeres nos quedábamos controlando la comunidad y no solamente nuestro “hogar”. Por eso creo que somos expertas en técnicas industriales desde los orígenes de la civilización y todo surgió, nada más y nada menos, que desde el interior del espacio doméstico que tanto odiamos.
Todas las industrias se desarrollaron en manos de las mujeres
No le tengamos tanto rencor a ese lugar privado y mirémoslo como un espacio de creación y conocimiento que sale afuera, en el caso de lo que os estoy contando, en forma de tejidos para vestirse, para decorar, para contener alimentos, para pescar, para ceremonias religiosas o para contar historias…desde hace miles de años.

Los tapices fueron a lo largo de la historia recipientes y transmisores de grandes historias, además de simbolizar lo divino. Isis, Atenea, Minerva o Mamaquilla son las diosas de diferentes culturas ancestrales que se vincularon con la invención del tejido. Los romanos celebraban a Minerva durante el mes de marzo; el mes que en la actualidad le dedicamos a la mujer.

Cuando comencé a tejer descubrí esta relación entre el tejido y la escritura y, sorprendentemente, todo cobró sentido en mi cabeza. Para mí bordar y tejer es lo mismo que escribir. Lo disfruto por igual, puesto que lo siento como el mismo proceso. Entendí, por fin, porqué me gustan tanto ambas maneras de expresión.

Desde entonces tenía la inspiración para escribir este post, pero fue después de escuchar a Irene Vallejo en una entrevista sobre su obra El infinito en un junco, que sentí la motivación final para poner mis manos y mente a la obra.
Esta autora expresa, desde su experiencia creativa con las palabras, lo que yo descubrí mientras aprendía a tejer con mis manos: una “trama” (hilo) se ordena entrelazando una “urdimbre” (la malla) creando formas, texturas y composiciones para crear un “tejido”; de la misma manera que se escribe una historia.
Sea casual o no, la realidad es que la escritura usa muchos conceptos de la producción manual textil para definirse a sí misma como creación intelectual, por medio de las palabras “trama”, “nudo”, “enlace” y “desenlace”, “tejido” o “hilo”, por ejemplo.
Aquí os dejo el fragmento que me desveló el contenido de las líneas que os acabo de escribir, el cual creo realmente que os cautivará. Punto y final.
Muy bueno!
El surgimiento del estado, de alguna manera, marca unos cuantos cambios sociales, entre ellos el poder del hombre. La sustitución de códigos sociales (mucho más cercanos y vivos) a leyes (ajustadas a los intereses de quienes detienen el poder y con la represión por la fuerza).
Luego la combinación estado y cristianismo empujaron la mujer a una condición servicial y de portadoras de pecados y tentaciones.
Hay un libro de Pierre Clastres que habla de las sociedades sudamericanas (pre aparición de los estados), la política, la producción y el papel de la mujer y el poder de la sociedad y la negación de la palabra de orden.
Boa noite 🙂
Muchas gracias por tu lectura y aportación. Me alegro que mis textos hagan reflexionar a quienes los lean.