JOKER: Nuevo elogio a la locura.

Confieso que he visto Joker tras su éxito en los Oscar de 2020. Aunque las historias de superhéroes nunca me han llamado la atención, ni tampoco las de villanos,  el tema de la locura si me interesa. 

Que Joaquin Phoenix ganara la categoría de mejor actor y hacerse con el mérito de “mejor discurso” de la ceremonia, despertó mi curiosidad por la película.

En pocas palabras: Joker es una lección magistral sobre dirección de arte, guión, interpretación y cultura. Todo esto mezclado y expresado tan bien, que me ha inspirado para escribir este nuevo post. A ver qué os parece. (Aviso un poco de spoiler).

Foto: Frederic J. Brown/AFP

Tal vez el motivo que captó mi atención fue el tema de la locura o trastorno mental.  Creo que no solamente a mí, sino a muchos (por no atreverme a decir que a todos los espectadores) nos toca muy de cerca. Ya sea en carne propia o a través de uno de nuestros parientes, como es mi caso, o por personas cercanas de nuestro núcleo social. 

Todos vimos en el Joker algo familiar, algo nuestro. Un pedazo de nosotros en ese personaje espectacularmente interpretado por Joaquin Phoenix. Simplemente porque la locura está a un paso de nosotros desde que existimos en el planeta.  

Aunque no padezcamos un trastorno mental diagnosticado todos, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos sentido excluidos o diferentes del resto por motivos personales.  

La “locura” es un tema presente en nuestras expresiones culturales, como la muerte o el amor, aunque poco popular. 

En la Edad Media era una realidad con la que se convivía, como convivimos ahora con la tecnología. Los “locos” formaban parte de la sociedad activa, salvo que se consideraban “necios” y “molestos” con la única diferencia de que no estaban excluidos del día a día. Pululaban por las calles y se interactuaba con ellos. No se les escondía y hasta se podía calificar de “loco” a cualquiera: desde filósofos, médicos, reyes y clero sólo por marcar la diferencia o por seguir la norma de manera estricta e incuestionable. Igual que ahora.

«La Nave de los Locos», El Bosco. 1490–1500

Pero llegó un  momento en que la “necedad” de los locos  empezó a embrutecer el orden social. Comienza así la tendencia de su reclusión y separación del resto de la sociedad y para el siglo XVIII ir a ver a los locos al manicomio era un típico plan de domingo para pasar con la familia o amigos.

Los trastornos y enfermedades mentales de unos pocos individuos eran un espectáculo público. A finales del siglo XIX los «locos» pasan a considerarse casos médicos serios y se transforman en pacientes excluidos por razones de salud.

Joker  no sólamente incluye aspectos estéticos inspirados en el tema de la locura, sino también socio-culturales. Esta película es una expresión sintomática de la época en la que vivimos y una herencia de las anteriores.

Por una parte, el tema tratado me recuerda a la sátira de Erasmo de Roterdam titulada Elogio de la Estulticia, publicada en 1511; ¡hace tanto tiempo! Donde se presenta a una única protagonista y narradora: la locura. Ella  se elogia a sí misma por creerse la fuente de la naturaleza humana, cual si fuera una “comediante en vivo” (stand up comedian), tal y como aspiraba a ser el protagonista de la película.

Además hay una escena que se asemeja mucho a la forma y estilo de la obra escrita.

Aunque tengan varios siglos de diferencia, ambas piezas ponen sobre la mesa la dicotomía de la razón (cordura) y la locura (irracionalidad).  En ellas se cuestiona por qué el “loco” es el que no está cuerdo, o  por qué no son los “cuerdos” los que están realmente locos. En definitiva, las dos obras lanzan de manera creativa una llamada de atención contra el sistema que establece lo que es la norma.

Rodaje de escena. Joker 2019.

Por otro lado, es una película que alza en un pedestal la “anormalidad” del ser humano, en especial  la de los realmente marginados: los que padecen una enfermedad mental.

En ella veo una obra de Arte Outsider (o Arte Marginal) expresada a través de la sensibilidad creativa del personaje. El protagonista parece sufrir de incontinencia afectiva pseudobulbar, ya que tiene ataques molestos de carcajada incontrolable.

Arthur Fleck, el joker, quería ser comediante y apuntaba en una libretita sus chistes. También disfrutaba de la imitación y del baile. Digamos que tenía un gusto por la interpretación escénica desconocida por el resto del mundo. Así es como ocurre con las creaciones del Arte Outsider.

Las obras de este tipo son producidas, generalmente de manera autodidacta, por individuos marginados  fuera del sistema del arte convencional. 

Libreta de chistes de Arthur Fleck
Obra de Adolf Wolfli. 1864-1930. Berna, Suiza

Sí, esta corriente artística existe y desde que se concibió como tal, a mediados del siglo XX, se fue adentrando poco a poco en el “sistema” del arte.

Cuenta con su propia feria internacional y cada vez más hay un mayor número de exposiciones y galerías dedicadas a este tipo de arte, el cual es mi favorito. Así como también algunos artistas outsiders están atrayendo las miradas del público “insider”. 

El origen del Arte Outsider se halla estrictamente ligado a las enfermedades mentales, las anormalidades conductuales y la exclusión social y fue una de las fuentes de inspiración  más directas del arte de la Vanguardia (Expresionismo, Cubismo, Dadaismo y Surrealismo…) Pero en aquella época no tenía nombre.

Las creaciones outsiders eran simples expresiones sintomáticas de enfermos mentales, marginados y niños. Fue gracias al pintor Jean Dubuffet a quien le debemos la categoría de Art Brut (arte en bruto) y a Roger Cardinal su ampliación de definición a Arte Outsider o marginal (Outsider Art). 

Es un arte nuevo pero muy arraigado en el seno del individuo ordinario. Se presenta a los observadores como un arte más eterno que las expresiones artísticas de toda la Historia del Arte, puesto que no nace de una abstracción estética, ni de una voluntad de expresión racional del “artista”, sino de las entrañas del ser humano corriente. Es un arte sin pretensión. 

Escena de la película Joker. 2019

Por tanto Joker se coloca en la corriente cultural que espectaculariza la locura a través del cine, como por ejemplo Psicosis de Hitchcok, pero sin generar miedo. Además crea un personaje pseudo “artista”, que puede compararse con un artista outsider de la vida real.

En Joker no se utiliza el tema de la locura para asustar y generar miedo, sino para concienciar y abrazar nuestras propias extrañezas humanas, sobretodo las que derivan en psicopatologías. Es un nuevo elogio a la “locura” que celebra las diferencias.

En ella se cuestiona el “progreso de la razón”.  Retrata la ausencia del sentido de responsabilidad social del sistema actual, el cual controla y ataca la vulnerable dignidad de los individuos mediante la política, los medios y la industria. Finalmente refleja como estos agentes crean  imágenes falsas sobre la realidad y, por consecuencia, generan traumas y conflictos de valores que se traducen en machismos, racismos, totalitarismos, violencia y segregación social.

Esta película reivindica que la mayor amenaza ante este sistema politico-social-cultural deshumanizado, es nuestra particular y extraña dignidad humana. O al menos así la he interpretado yo.

Y es que nuestras aparentes debilidades pueden esconder un gran universo de aptitudes y fortalezas; como  lo demuestra cualquier pieza creativa de Arte Outsider o el sueño del protagonista de convertirse en contador de chistes.

Todos tenemos un valioso talento oculto, así que démosle rienda suelta. Borremos los márgenes establecidos y seamos  bienvenidos, respetados y admirados por ser como somos, así «locos».

Escultura de Judy Scott, artista outsider con Sindrome de Down. 1943-2005. Estados Unidos

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